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La Contribución de Hilma af Klint al mundo del arte abstracto y su reconocimiento tardío

Autor: Georgina Partida

Imágenes: Diseño Latinoamericano

Enero 03, 2024

A pesar de que la historia oficial del arte ha otorgado el título de primer pintor abstracto a Wassily Kandinsky, en realidad fue una mujer, Hilma af Klint, quien se adelantó a su tiempo y rompió las convenciones de su época al introducir la fractura total de la forma.

Su aporte fue especialmente significativo para las artistas femeninas que lidiaban por ganarse un lugar y obtener reconocimiento en un ámbito mayormente comandado por hombres.

 

Hilma af Klint nació en Suecia, en 1862. Creció en una granja en el archipiélago adyacente a Estocolmo, donde su amor por la naturaleza se arraigó firmemente y posteriormente se convertiría en una fuente constante de inspiración en su trabajo. Su talento artístico floreció desde su infancia,  siendo afortunada al tener una familia que la apoyara en su pasión por el dibujo y la pintura.

 

 

En una época en la que el acceso de las mujeres a la educación era limitado, af Klint tuvo la única oportunidad de asistir a la Real Academia de Bellas Artes en Estocolmo; esto le facilitó el desarrollo de las competencias técnicas requeridas para su expresión pictórica. Sin embargo, conforme su estilo evolucionaba, empezó a transgredir los cánones artísticos de su tiempo, aventurándose en el campo de la abstracción con antelación a sus coetáneos. A su vez, es importante no olvidar la época y el ambiente artístico en el que Af Klint forjó su trayectoria creativa. Compartió la escena con figuras icónicas del arte como Edvard Munch y Gustav Klimt. Aunque sus propias exploraciones artísticas la llevaron por un camino distinto al de estos célebres pintores, su trabajo se gestó en la misma efervescencia creativa que marcó este período en la historia del arte.

Af Klint exploró nuevas formas de expresión y desafió las convenciones de la época. Pero, ¿qué es lo que la llevó a apreciar el arte de esta forma tan única? La artista atribuía gran parte de su inspiración a sus prácticas espirituales. Formando parte del grupo 'La Rosa y la Cruz', y posteriormente convirtiéndose en miembro de 'Los Cinco', colectivos espirituales dedicados a la regularidad de sesiones de meditación y a la exploración de lo oculto, nuestra artista en cuestión halló un manantial de inspiración incesante para su producción artística.

 

El arte de Hilma af Klint constituye un universo lleno de simbolismos que reflejan una personalidad estética única y visionaria. Su lenguaje plástico se caracteriza por su singular mezcla de formas geométricas, simbolismo y audaz paleta de colores vibrantes. Esta amalgama de elementos da lugar a unas creaciones emotivas y trascendentales que, al tiempo que desplazan los límites de lo cognoscible, pintan un cosmos interno minuciosamente detallado y emotivo. La sofisticación de sus composiciones y la riqueza simbólica de su imaginario le otorgan un lugar particularmente distintivo dentro del ámbito del arte abstracto. Ver sus obras es adentrarse en un diálogo íntimo con lo supremo y lo intangible, un espacio visual donde conviven dimensiones ocultas de la existencia con una belleza plástica desbordante.

 

A pesar de que su trabajo no fue ampliamente reconocido durante su vida, su enfoque visionario de la abstracción ha sido una fuente de inspiración para artistas contemporáneos que exploran conceptos similares en su trabajo. Durante su vida productiva mantuvo un perfil bajo y con frecuencia optó por mantener sus obras abstractas fuera del ojo público. Esta decisión resultó en no ser reconocida o celebrada como una de las figuras contemporáneas en el arte, como Wassily Kandinsky o Piet Mondrian. De hecho, dejó instrucciones específicas en su testamento para que sus trabajos no se mostraran hasta 20 años después de su muerte. Ella creía que el mundo aún no estaba listo para comprender completamente el alcance y el significado de su trabajo que desafió las convenciones artísticas de su época y abrió nuevas vías en la pintura abstracta.

Tras su fallecimiento en 1944, su vasto y singular legado compuesto por más de 1200 pinturas y 150 cuadernos, cayó en manos de su sobrino, a quien designó como tutor de su obra. No fue sino hasta 1986, más de cuatro décadas después de su muerte, que el público pudo descubrir por primera vez sus inigualables creaciones. Aquel año, una colección de sus trabajos fue exhibida en el Instituto Los Ángeles de Estudios Contemporáneos, marcando el inicio de su reconocimiento post mortem.

Algunas de sus obras más destacadas: "Las diez más grandes, Nº 7, Adulthood" (1907), donde combina formas geométricas con elementos simbólicos, y la serie "The Swan" (1914-1915), que es especialmente reconocida por su innovadora exploración de la abstracción y el color. Otras obras notables incluyen "Primordial Chaos" y su serie "The Dove" desafían conceptos tradicionales del arte y el espacio.

Actualmente, las obras de Klint se pueden contemplar en varias galerías y museos alrededor del mundo. Recientemente, se celebró una gran retrospectiva de su trabajo en el Guggenheim Museum en Nueva York, marcando uno de los reconocimientos más significativos de su contribución al arte en la escena internacional. Y este año, el Guggenheim de Bilbao cerrará con una exhibición de sus piezas. Otros lugares son el Moderna Museet en Estocolmo, que alberga una colección permanente de sus obras, y el Hilma af Klint Museum en Järna, Suecia, dedicado exclusivamente a su legado.

El valor de sus obras ha experimentado un aumento significativo en las últimas décadas. Sus innovadoras composiciones, una vez ocultas y desconocidas, ahora son reconocidas y valoradas por su contribución fundamental a la evolución del arte abstracto. En los últimos años, algunas de sus piezas más destacadas han alcanzado cifras millonarias en subastas internacionales, reflejando un cambio en la percepción y apreciación de su trabajo en el mercado del arte.